El gran arbol

Candia, Domingo "El gran arbol"
Oleo - 63 x 70 cm - 1952

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Candia, Domingo | Bio

Considerado precursor entre las corrientes artísticas modernistas del país, nació en Rosario, en 1896.
Inició sus estudios artísticos con Enrique Schwender. En 1914 viajó a Europa, radicándose en Florencia. Allí, se encontró con el influjo de la escuela francesa del siglo XIX, la obra de los macchiaioli y la vanguardia futurista. Continuó su formación con Giovanni Costetti y se vinculó con el escultor Medardo Rosso y con los argentinos Pablo Curatella Manes, Ramón Gómez Cornet, Manuel Musto y Xul Solar, entre otros. En 1920 conoció la obra de Paul Cézanne, la cual lo llevó a reflexionar acerca de la estructura compositiva y el orden. Dicho artista, junto con Jean Ingres y Georges Seurat, fue uno de los referentes más importantes para este autor.
En 1922 regresó al país. Sin embargo, en 1924 volvió a viajar para instalarse en París, donde concurrió al taller de André Lhote. Fascinado por la capital francesa se dedicó a pintar motivos urbanos, continuando sus investigaciones en el espacio del cuadro. Este último, definido por oblicuas y líneas de fuga violentamente perspectivadas, aunque atenuadas por un refinado uso del color.
En esa época se sintió atraído por la obra de Jean Metzinger, Jacques Villon y Marcel Duchamp, descubriendo a Fernand Léger como maestro y pintor. Lentamente se incorporó al ambiente artístico. Con formas armónicas y equilibradas, pero no por ello exentas de dinamismo estructural, se acercó a la abstracción sin abandonar nunca el referente de la realidad.
Desde los años 30 hasta la década del 50 alternó su estadía entre Argentina y Francia.
En líneas generales, Candia sintetizó la realidad natural, despreocupándose por el volumen. La depuración de su estilo lo llevó a la creación de una imagen en donde los ritmos y las articulaciones angulosas de las formas enlazan la composición con valor de síntesis. Asimismo, fue en el manejo de la paleta donde el autor se destacó mayormente. En ocasiones empleó el color a modo de superficies parceladas, como si tratase de planos-mosaicos, pero fue el efecto creado a partir del juego entre tintes y acromáticos el que caracterizó toda su producción.
En Autorretrato puede observarse la rigurosidad formal aprendida de Costetti. Con una composición sujeta al número de oro, la cabeza del personaje se impone en el cuadro debido al vigor de su estructura plástica. El rostro se encuentra muy elaborado a partir del uso del color, mientras que en el resto de la superficie predominan los desaturados y quebrados. Mediante esta elección, se crea un interesante juego visual entre cromas cálidos y fríos.
Sus obras fueron expuestas en diferentes ciudades de Argentina y Europa.
Obtuvo el Primer Premio, Salón Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires 1958, y Premio Palanza 1966.
En 1970 realizó una muestra retrospectiva en el MNBAJBC, expuesta luego en Córdoba y Buenos Aires.
Murió en París en 1976.

Diseño y Programación Paulo Lucia