{"id":211,"date":"2013-07-15T22:00:23","date_gmt":"2013-07-15T22:00:23","guid":{"rendered":"http:\/\/suipachagaleria.com.ar\/?p=211"},"modified":"2013-07-17T11:33:55","modified_gmt":"2013-07-17T11:33:55","slug":"policastro-enrique","status":"publish","type":"post","link":"http:\/\/suipachagaleria.com.ar\/policastro-enrique\/","title":{"rendered":"Policastro, Enrique"},"content":{"rendered":"

La carrera art\u00edstica de Enrique Policastro se inicia en 1925, con su primer env\u00edo a un Sal\u00f3n. Un a\u00f1o m\u00e1s tarde, obtiene el premio Est\u00edmulo por su obra\u00a0La Masitera<\/em>, en el XVI Sal\u00f3n Nacional de Bellas Artes, y en 1928 en Amigos del Arte realiza su primera muestra individual. A partir de entonces, el espaldarazo de la cr\u00edtica, que ve con asombro la fuerza y la autenticidad de su pintura, as\u00ed como una seguidilla de distinciones en salones nacionales, colocan a Policastro entre los artistas m\u00e1s relevantes de su \u00e9poca. As\u00ed ser\u00e1 hasta su muerte, en 1971. Su pintura fue siempre fruto de una indagaci\u00f3n \u00edntima, no pareci\u00f3 permeable a lineamientos de una escuela est\u00e9tica definida ni a las sucesivas mutaciones del arte, aun cuando estuvo claramente inserta en la modernidad. Como su propia vida de humilde empleado en el Juzgado Federal, puesto que nunca abandon\u00f3 hasta su jubilaci\u00f3n, el ritmo de los cambios en su pintura fue paulatino, sin estridencias. Tanto en lo tem\u00e1tico como en lo formal, su producci\u00f3n tiene la consistencia de lo esencial que encuentra en los objetos m\u00e1s simples, en los seres m\u00e1s humildes, en las geograf\u00edas m\u00e1s desangeladas no un motivo, no un tema. Fue el resultado de un h\u00e1lito interior, el mismo que aliment\u00f3 su camino d\u00eda a d\u00eda.<\/p>\n

Ese encuentro entre el afuera y el adentro del artista le fue dictando el modo, los procedimientos, las coloraciones y sobre todo, ese clima que de inmediato subyuga en cada una de sus pinturas y que hace de Policastro un artista \u00fanico, inclasificable.<\/p>\n

Sin embargo, su actitud de vida es inherentemente pol\u00edtica. Lleg\u00f3 a ocupar la presidencia de la Sociedad de Artistas Pl\u00e1sticos, la combativa entidad gremial de tanto protagonismo durante m\u00e1s de medio siglo y que \u00e9l mismo presidi\u00f3; sinti\u00f3 una c\u00f3moda comuni\u00f3n de ideales junto con sus camaradas de militancia en el Partido Comunista, donde tambi\u00e9n encontr\u00f3 un espacio de solidaria amistad combativa y art\u00edstica. Pero ese pertenecer al mundo desde un lugar concientemente elegido y bien plantado no forz\u00f3 su quehacer como artista. Su visi\u00f3n de mundo estaba en su obra. Esos cielos tormentosos que tanto se le admiran \u2014y que por s\u00ed solos constituyen algo irrepetible en nuestra pintura\u2014, est\u00e1n humanizados por la mirada, por el punto de vista que recorta eso y de esa manera. No hay simbolismos pretensiosos. Simplemente, no hay simbolismos. Son cielos, que sin embargo, adquieren un aura \u00fanica que habla desde las texturas, desde las variaciones tonales, desde su misterio.<\/p>\n

En el comienzo de su actividad, en el \u00edmpetu juvenil de sus intensas b\u00fasquedas por definir un perfil propio, Policastro fue en busca de personajes, de situaciones, en la periferia de la inmensa urbe. Inmigrantes, tipolog\u00edas ricas en la observaci\u00f3n psicol\u00f3gica, motivos cotidianos, alg\u00fan grupo de chicos alrededor de un fog\u00f3n, La fogata, 1925. El universo de los humildes. La Obrerita, Do\u00f1a Carmen del Parque Patricio y Las traperas, Hombre del puerto y Marinero del Dock Sud, El viejo de los gallos y Don Carl\u00edn de la Boca, marcan, desde sus t\u00edtulos una intenci\u00f3n o, al menos, una motivaci\u00f3n que traza el entorno de una geograf\u00eda urbana y humana concreta, as\u00ed como La t\u00eda Petra de visita o el Retrato de una inglesa connotan cierta discreta iron\u00eda. Todas estas obras han figurado en salones a lo largo del primer lustro de su producci\u00f3n. Algunas, han cosechado premios. Hay en sus lienzos condiciones nada comunes. Sentido de la composici\u00f3n, ternura emotiva, paleta sobria, justeza de valores, que Policastro pone de manifiesto. Con estas obras se coloca en el puesto de avance de la pl\u00e1stica argentina, escribe Jos\u00e9 Le\u00f3n Pagano en una cr\u00f3nica publicada hacia fines de los veinte. Es un espaldarazo, viniendo del decano de la cr\u00edtica. Estas obras, observa por su parte bastantes a\u00f1os m\u00e1s tarde Carmen Balzer, revelan su capacidad de descubrir en los rasgos de sus retratados el sentido estricto de un car\u00e1cter, a la vez que con el crecimiento personal del artista, esas condiciones se acent\u00faan en un sentido m\u00e1s profundo: si bien la figura humana resuelve en s\u00ed el principal argumento, el fondo es casi siempre su comentario inevitable, asumiendo un papel de importancia complementaria. Y a\u00f1ade El juego equilibrado entre figura y fondo puede observarse en el espiritual y a la vez rudo y simple Don Carl\u00edn, alrededor del cual, cuidadosamente, el regular adoquinado toma una curiosa relevancia.<\/p>\n

El fugaz paso por el taller del pintor noruego y excelente colorista Alejandro Christophersen, y su labor como ayudante del maestro valenciano Julio Vila y Prades, aplicado disc\u00edpulo de Joaqu\u00edn Sorolla (1863 \u2013 1923) y autor de voluminosos paneles decorativos, fueron abriendo surcos, as\u00ed como sus visitas al Museo de Bellas Artes y las tempranas preferencias por los acentos postimpresionistas de Charles Cottet (1863\u20131925), la crudeza expresiva de Ignacio Zuloaga (1870-1945) y la ternura hogare\u00f1a de Eug\u00e8ne Carri\u00e8re (1849-1906), fueron dando forma y carnadura a su personalidad pl\u00e1stica, que siempre se impuso sobre las influencias. La agudeza con la que recrea los motivos, la solidez constructiva, la sensibilidad en el retrato psicol\u00f3gico, ya son evidentes en el joven Policastro.<\/p>\n

1929 es un a\u00f1o de inflexi\u00f3n. Presenta en el XIX Sal\u00f3n Nacional de Bellas Artes dos lienzos: Ni\u00f1os comiendo mel\u00f3n, una obra que est\u00e1 en la l\u00ednea de su anterior producci\u00f3n, y Los inmigrantes. Con Los inmigrantes obtiene el II Premio Municipal, el galard\u00f3n m\u00e1s importante hasta ese momento. El diario La Prensa, en su suplemento en huecograbado, la reproduce en color a toda p\u00e1gina, presagiando para el artista \u201cun brillante porvenir\u201d. Se trata, sin duda, de un capo laboro. En el primer plano, que ocupa toda la superficie del lienzo, una madre con dos hijos. Hay, en los tres, bien arropados, una mirada de espera esperanzada, algo que presumiblemente est\u00e1 sucediendo fuera del cuadro. Formas definidas, colores planos, apenas modulados: verdes, azules, marrones y un toque de intenso rojo en la pa\u00f1oleta de la ni\u00f1a que se repite, m\u00ednimamente, en el cuello de la madre. Pero junto a este tr\u00edo, impacta el fondo: tres grupos de personas, asomando sobre las cabezas del primer plano a izquierda y derecha. Cinco a un lado, tres en un tercer plano, una a la derecha. Son figuras est\u00e1ticas que establecen una poderosa din\u00e1mica compositiva y espacial, mientras el empedrado del fondo marca un punto de fuga, que contrasta con la verticalidad de las tres figuras del primer plano. Las relaciones de espacio establecen tambi\u00e9n un tiempo detenido. El logro de esta pintura reside precisamente en la relaci\u00f3n dial\u00e9ctica que establece entre el potente primer plano y el fondo distante. Como en la pintura metaf\u00edsica, el fondo, es protagonista y no mero acompa\u00f1amiento, algo que ser\u00e1 una constante en la obra de Policastro.<\/p>\n

M\u00e1s distante a\u00fan, en los suburbios, otro paisaje al que nos han acostumbrado los artistas del Centenario, espera a Policastro. Vale la pena detenerse en este punto, retroceder en el tiempo.<\/p>\n

Fuente: Alberto Giudici.\u00a0Fundaci\u00f3n Alon, julio 2008<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

La carrera art\u00edstica de Enrique Policastro se inicia en 1925, con su primer env\u00edo a un Sal\u00f3n. Un a\u00f1o m\u00e1s tarde, obtiene el premio Est\u00edmulo por su obra\u00a0La Masitera, en el XVI Sal\u00f3n Nacional de Bellas Artes, y en 1928 en Amigos del Arte realiza su primera muestra individual. A partir de entonces, el espaldarazo… Read more »<\/a><\/p>\n","protected":false},"author":2,"featured_media":0,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":[],"categories":[6,78],"tags":[],"_links":{"self":[{"href":"http:\/\/suipachagaleria.com.ar\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/211"}],"collection":[{"href":"http:\/\/suipachagaleria.com.ar\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"http:\/\/suipachagaleria.com.ar\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"http:\/\/suipachagaleria.com.ar\/wp-json\/wp\/v2\/users\/2"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"http:\/\/suipachagaleria.com.ar\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=211"}],"version-history":[{"count":2,"href":"http:\/\/suipachagaleria.com.ar\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/211\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":925,"href":"http:\/\/suipachagaleria.com.ar\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/211\/revisions\/925"}],"wp:attachment":[{"href":"http:\/\/suipachagaleria.com.ar\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=211"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"http:\/\/suipachagaleria.com.ar\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=211"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"http:\/\/suipachagaleria.com.ar\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=211"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}